FELIZ NAVIDAD. Quizá sea un poco tarde para hablar de cómo debe adornarse un árbol a la manera austríaca. Sin embargo, teniendo en cuenta de que, según la convención local, se puede tener el árbol puesto hasta el 2 de Febrero (festividad de Maria Licht) se diría que tenemos tiempo aún. 

LOS AUSTRIACOS SON UNAS PERSONAS que se pirran por los adornos para sus árboles de navidad. Hay incluso mercadillos especializados en esta peculiar forma de coleccionismo, como el de la plaza Am Hoff en Viena en donde se venden todo tipo de cachivaches para colgar en el abeto, algunos con varias décadas de antigüedad.  

OTRA PARTICULARIDAD QUE DISTINGUE a los árboles austríacos de sus congéneres más meridionales es que, junto a las tradicionales lucecitas eléctricas, los árboles de esta parte del mundo lucen velas de verdad (pesadilla de todo el que tenga alfombras) que se encienden sobre todo durante la nochebuena, momento en el que los chavales (y los adultos) reciben sus regalos. También son peculiares unas rosquillas hechas de clara de huevo y azúcar que se cuelgan de las ramas del abeto y que se comen una vez pasadas las fiestas (se supone que para compensar la tristeza de desmantelar la decoración navideña que hace tan felices a los habitantes de estas tierras). 

OTRO PUNTO FUNDAMENTAL es la estrella, que luce orgullosa en la cúspide del árbol y que suele ser el orgullo de los coleccionistas. 

LOS ADORNOS PUEDEN SER de todos los materiales: desde el humilde plástico hasta las frágiles bolas de cristal o los adornos de porcelana Augarten (el Lladró austríaco) cuya desaparición, deterioro o destrucción produce vuelcos en las tripas aborígenes.Pero sean de lo que sean proporcionan un buen rato de entretenimiento cuando se sacan, limpian y cuelgan de las agujas verdes del abeto.