EL DISTRITO UNO de Viena es un gran lugar si se está interesado en la historia. Y no sólo por lo que existe en la superficie, sino por todo lo que está bajo el nivel del suelo.  

ESA PARTE DE LA CIUDAD se sitúa inmediatamente por encima del campamento romano que le dio nombre. Un asentamiento que se llamó en su día Vindobona. Un nombre, aceptémoslo, como de romana gorda. Se puede imaginar que, para los romanos del siglo I después de Cristo, el ser enviados a las brumosas e insalubres fronteras del imperio no debía de resultar ningún destino agradable. 

EL CENTRO DEL CAMPAMENTO se encontraba en donde hoy está el Höhe Markt. Una plaza –que por cierto sale en ruinas en El Tercer Hombre, de Carol Reed- presidida por un monumento que conmemora el compromiso matrimonial de Franz Joseph y la Empreatriz Elisabeth.  

EN UNA DE LAS ESQUINAS de esta plaza, puede verse una placa conmemorativa en la que se indica el emplazamiento exacto del campamento romano. 

ASIMISMO, frente al edificio de Anker existe un lugar en el que el visitante avisado puede ver los subterráneos restos de la Vindobona romana. Apenas las raíces de unos muros pegados a la tierra y unos restos de cerámica. 

PERO ESTOS NO SON los únicos vestigios arqueológicos que existen en la zona.Al hacer el metro, en los años setenta, los ingenieros se encontraron con que, debajo de la catedral, existía una iglesia románica que había sido enterrada por los aluviones de la historia. De ella sólo quedaba el ábside y hoy se puede ver en la estación de metro de Stephanplatz, como un resto varado en las arenas del tiempo. 

FRENTE A LA PUERTA DE SAN MIGUEL del Hoffburg, también existen unas catas que muestran los restos de lo que fue Viena en la edad media. Resulta impresionante comprobar cómo el aluvión de los siglos ha ido depositando restos y que, lo que un día estuvo al nivel de la calle hoy está a casi dos metros de profundidad. 

Y ES QUE EN VIENA es interesante hasta lo que no se ve.