Una vez superadas las Doce Noches de Navidad, el Sol cada vez va arañando unos pocos segundos a la noche y, según las antiguas tradiciones paganas, el invierno y la oscuridad deben ser derrotados mediante fiestas de gran colorido y estrépito: el Carnaval está a la vuelta de la esquina.

En realidad, el Carnaval comienza de manera oficial el día 11 de noviembre (a las 11:11, para ser precisos ;)), es decir que cuando terminan las vacaciones de Navidad ya llevamos casi dos meses de Carnaval. ¿Quién lo iba a decir?

Una pista nos la dan las pastelerías: A partir del 11 de noviembre, y hasta el martes de Carnaval (que cae distinto cada año, según la Luna), podemos saborear los deliciosos Faschingskrapfen, también conocidos como Berliner en Alemania (aunque en Berlín se les llama Pfannkuchen…). Se trata de unos bollos fritos de masa de levadura natural (parecido a un donut sin agujero o a un buñuelo gigante), espolvoreados con azúcar y rellenos de mermelada de albaricoque (en general) o de crema de vainilla. Éstos últimos suelen estar marcados de algún modo para que sean reconocibles, como por ejemplo una V (de Vanille) en el glaseado.


(Foto de ciyy)

Resulta todo un reto comerse un Faschingskrapfen sin mancharse (la mermelada tiene tendencia a salir disparada). Hay quien dice que hay que metérselo entero en la boca, pero esto es algo que no está al alcance de todos. Un truco más sencillo es buscar dónde está el agujero por el que se ha rellenado y comenzar a morder justo por ahí.