DESDE EL SÁBADO PASADO, se pueden vender en Viena los abetos que decoran muchos hogares vieneses. 

EL MÁS ILUSTRE ES EL QUE LLEVA lleva varias semanas instalado en la Rathausplatz o plaza del ayuntamiento vienesa, que es un soberbio ejemplar de abeto de 120 años decorado con espectaculares luces y adornos. 

ESTE ARBOL PRESIDE el mercado navideño más famoso de Viena y, a sus pies, los habitantes de la ciudad del Danubio disfrutan de su punsch y de su vino especiado (gluhwein).En estos tiempos de ecología a cascoporro y pensamiento verde, los vieneses no parecen nada afectados por el hecho de decorar sus viviendas con abetos que, una vez secos, nadie podrá replantar. Si se le plantea la duda a algún austríaco, es más que probable que te miren con cara rara. Después se lanzan a explicarte con cara de conmiseración que cortar árboles en Austria no es tan grave porque hay muchos. A este argumento que con su sóla fuerza está a punto de cepillarse la Amazonia, se añade otro mucho más sensato: los abetos navideños son un negocio y se plantan en explotaciones forestales que cuentan con todas las garantías de cumplir con las más severas normas de protección del medio ambiente (lo cual, dicho sea de paso, es una garantía como no hay otra viniendo de un pueblo tan amante de las plantas como es el austríaco). 

LOS ABETOS NAVIDEÑOS se venden en la calle y es muy característico que estén envuetos en una redecilla de plastico verde que facilita su transporte. Los vendedores consiguen enjaular al abeto mediante unos ingeniosos artilugios parecidos a un embudo, que contienen las olorosas ramas del árbol y ayudan a la engorrosa labor.